Prevenir es la clave. Cada día pasan pacientes nuevos por nuestro centro y la mayoría de ellos padecen dolor, en muchos casos ellos mismos dicen que han venido cuando ya no podían más, con un dolor agudo, o bien que se han acostumbrado a ese dolor intenso, tanto tiempo sufriéndolo, que ahora ya es crónico. Muchos de ellos en el pasado han sufrido alguna pequeña molestia a la que ni siquiera prestaron atención.
Pero, ¿cuántos de ellos han pensado que eso se podía haber prevenido? Nos cansamos de compararnos con los dentistas. Si queremos prevenir una caries o la caída de una muela vamos a realizarnos una revisión anual mínimamente; pero ¿cuántos de nosotros jamás se han realizado una revisión de la columna vertebral? ¿Saben que es ésta quien nos permite caminar, movernos, mantenernos de pie, etc?
La gran mayoría solo se realizan un chequeo de su columna cuando sufren algún dolor en esa zona. Incluso usuarios de la quiropráctica, están confundidos acerca de los beneficios y el valor de este tratamiento. Y es por ello, que está sumamente infrautilizada. Muchas personas solo contemplan la quiropráctica cuando tienen dolor de espalda o cuello, pero en realidad tiene un alcance mucho mayor.
La quiropráctica vela para que nuestro cuerpo funcione al 100% de su capacidad.
Se trata de hacer que las personas entiendan que su sistema nervioso y cerebro controlan todas las funciones corporales, que existe una comunicación entre ellos y que esa información pasa por el medio de la columna vertebral y va hacia el resto del cuerpo (órganos, músculos, células, etc.)
¡¿Cómo vamos a permitirnos tener interferencias en esa comunicación?!
Estas interferencias nerviosas, las pueden causar lo que en la quiropráctica llamamos “subluxaciones” -que es la desalineación o disfunción de la columna vertebral en cuanto a la movilidad-.
¿Saben que los primeros desplazamientos vertebrales se producen el día en que nacemos con el parto? ¿Y que sólo un 10% de subluxaciones producen dolor?
Si el cuerpo no funciona a su máxima capacidad, le hace más susceptible a lo que llamamos ‘mal-estar’ y por ello el cuerpo enferma o se vuelve sintomático. Por eso, la quiropráctica no pone atención a los síntomas; sino que se enfocan en lo que causó esos síntomas, es decir, buscamos el origen del problema, y trabajamos sobre ello.
Recibir tratamiento quiropráctico de forma regular puede prolongar la vida útil de la columna vertebral y prevenir la degeneración espinal progresiva.
Mejorar nuestra calidad de vida y potenciar nuestras capacidades.
“La Quiropráctica es algo más que un remedio al dolor.”
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